
No apto para kintsugi, Bitácora de vuelos ediciones, 2024.
"La memoria, esa gaveta en donde ya no hay compartimentos estancos, es la herida que abre Marisol Vera Guerra, o como nombra las cinco partes del libro, cicatrices que no pueden, que no deben ser zurcidas. Hay jirones de piel en No apto para kintsugi, la evidencia del puño mitigado por las sombras, el morado que se ve y también el que se solapa. Me adentro en los abismos, desciendo a conciencia". Ophir Alviarez (Venezuela / USA)
"Este libro es cuerpo disidente, rebelde, imperfecto, de mujer que danza con sus pies salidos del barro y se retuerce para su propio ritual de reparación… En este libro hay mujer-mujeres que se cose(n) sus propias alas, que, si no pueden volar, caminan, y si no, se arrastran con destreza dejando escrito sobre la tierra que ninguna tuvo la culpa… Y sin culpa van por estas páginas mujeres aliadas con las serpientes, que se quitan el hierro de sus bocas para cantar una canción diferente a la aprendida". Luisa Villa Meriño (Colombia)
Σ Tus manos son dos luciérnagas dentadas
La muerte es una de estas dos cosas:
o bien el que está muerto no es nada ni tiene sensación de nada,
o bien, según se dice, la muerte es precisamente
una transformación, un cambio de morada para el alma...
Platón, Apología de Sócrates
(Traducción de Julio Calonge)
No sé cómo ser una huérfana
cómo remojar el pan en la negrura de este pozo
y alzar los brazos frente a la ventana
que filtra la luz dormida en tus párpados
cómo enojarme por el ruido de la televisión
esos interminables anuncios
de productos maravillosos
que eliminan la celulitis
las manchas de grasa
la crisis de la mediana edad
y los pregones
del ciclista: su cachito de lotería
la dama de las enciclopedias
su cartel con ofertas
me enfada más no tenerte aquí esta mañana
habituarme
a
no escuchar el claxon el zigzagueo
de unas llaves
no ver tu fantasma
entrar por mi oreja y decirme que enojarse está mal
no ser perfecto está mal
es fácil decirlo
cuando la simetría es un don de nacimiento
cuando
todas tus camisas
combinan con el amanecer
y
en
tu cabeza ni un solo cabello desentona
porque naciste hermoso
y hermoso envejeciste
con la dignidad de los sofistas
el fulgor de las palabras
y a mí me formaste de juncos y tinta
serena papiroflexia
las runas
de antiguos profetas
de haber sido otro mi linaje padre
no estaría escribiendo
estas letras inútiles pero amorosas
no tendría yo tus manos en las mías
como dos peces
qué huyen lentamente
hacia el abismo
(Tuxpan, Veracruz, 10 de mayo de 2024)
Iba a ser psicoanalista pero mejor seré física nuclear
Tengo la mala costumbre
de alterar las teorías
de no respetar a ningún sabio
y no tener más figuras de autoridad que los súcubos
que alimentan mis sueños
a veces me da por
decirle al médico austriaco: sabes
creo que le tienes envidia al coño
complejo de elongación
pero te perdono
porque eres tan adicto como yo
aunque nuestras obsesiones sean distintas
si se mete en mi cabeza
la idea de que no hay partículas elementales
o de que el Big Crunch sucedió hace tiempo
aunque el tiempo
sea una construcción (¿cómo se dice
ahora?... ideológica)
nadie me moverá de allí
a menos que venga con su universo portátil
y lo haga estallar sobre mi mano
en el fondo
el Ello
se parece al hidrógeno primordial
y la memoria
a un gran abismo
¿o qué?
¿no es cada ser humano
una estrella en colisión?
Poema de amor con ratón muerto
El frasco se ha llenado de moscas
es natural
no hay nada vivo allí dentro
acaso un soplo de sol
dejado por los silfos
dicen
que el aire se colma de tempestades
cuando los cuervos danzan en cables de luz
no me pidas abrazos mira soy más bella así
lejana
etérea mi cuerpo –todo– está roto
como un alambreo un fractal
no queda centímetro sano
las termitas devoraron el vientre
¿qué alegría puedo darte?
no soy más gardenia ni rosa
ni yerbajo siquiera
tibias aún
eché mis ropas al fuego
y aullé desnuda entre las bestias del monte
¡vamos!
es hora del té
de tomar al pequeño roedor por la cola
ay
he sido tan torpe amigo tan torpe
no fue mi intención herirlo
antes comió de mi mano alubias y arroces blancos
Creyente
Hoy pensé en Dios
un dios pastoso
hecho de barro y azúcar
especial para invocarse los fines de semana
(no soy tan atea los sábados)
pensé en sus manos como dos nubes
que ascienden
por el rabillo del ojo de un caballo muerto
así ha sido mi día: un animal echado sobre un hilo de luz
que respira pesadamente
esperando la absolución
No apto para Kintsugi
Estaba recordando cuando me herías
[una afrenta a la lógica
desde Aristóteles hasta Wittgenstein]
no se trata de ese tipo de rupturas
que pueden embellecerse con oro
sino algo más parecido
a cuando se te pulveriza un fémur
bajo la fuerza de un Jeep
todo vuela
vísceras
cuajos
la credencial de elector
no queda más que un sendero de almizcle
y sin embargo
tú
seguías ahí
arrancándome a mordidas la ropa
cual si fuese una muñeca
y no
esta mujer
que guarda sus lágrimas
en frascos de conserva
Marisol Vera Guerra: Escritora, editora y tallerista mexicana. Licenciada en psicología con Maestría en Ciencias de la Educación y la Comunicación. Ha publicado libros en diversos géneros, individuales y en coautoría, en México, Estados Unidos e Italia, entre los más recientes: No apto para Kintsugi (Bitácora de vuelos, 2024); Ojos bien abiertos, mi experiencia como mujer autista con un diagnóstico en la vida adulta (Letras en la Frontera, 2024); El cuerpo, el yo y la maternidad, poesía para desactivar patrones establecidos (UANL, 2021) y Otras mujeres como lobas (Jade Publishing, 2021).
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